Los expertos situan a los ciudadanos como el centro de las transformaciones de las smart cities
Cuando los ciudadanos son algo más que clientes
Mientras que los Estados parecen demasiado grandes para resolver los problemas que más directamente afectan a los ciudadanos, los administradores de ciudades de todo el mundo demandan más poderes de autogobierno. Sin disponer de más competencias, parece difícil desplegar efectivamente los elementos de una agenda de ciudad inteligente. Los participantes en la sesión plenaria del Smart City World Congress dedicada a la gobernanza y financiación debatieron sobre qué modelo de gobierno es el más adecuado para asumir de manera eficiente mayores poderes para las ciudades.
“Para determinar el éxito de las iniciativas ¿smart city’ se han de tener en cuenta indicadores de largo plazo”, señaló Greg Clark, CEO de Business of Cities Ltd. Una llamada de atención quizás necesaria para unas administraciones públicas acostumbradas a primar aquellas políticas con un rédito político a corto plazo, pensando en los ciclos electorales. Un sistema de gobernar las ciudades que palidece ante advertencias como las manifestadas por Clark, para quien la ciudad verdaderamente inteligente dentro de cincuenta años será aquella con capacidad para integrar importantes cantidades de nueva población venida de todas partes del globo. ¿La razón? Las migraciones a gran escala derivadas de los efectos del cambio climático.
Liderazgo, elemento clave
Los expertos reunidos en Fira de Barcelona debatieron sobre los sistemas de gobierno que hoy han de tomar decisiones que afectarán a las ciudades durante las próximas décadas. Clark señaló en este sentido la importancia clave del liderazgo, puesto que las ¿smart cities’ deberán superar muchas barreras para ser uan realidad: no sólo el cortoplacismo, sino también la fragmentación de la propia gobernanza, la falta de instrumentos financieros adecuados o incluso el cinismo por parte de la opinión pública.
Coincidió Paul Tilsley, Deputy Leader del Ayuntamiento de Birmingham, en subrayar la importancia del liderazgo. Ese ha sido, según explicó, un elemento clave en la cantidad de iniciativas de éxito por las que destaca Birmingham en el ámbito de las ¿smart cities’. Pero Tilsley destacó también cómo otro de los elementos clave de ese éxito la participación en estas iniciativas del sector privado: “Los ayuntamientos tienen que impulsar una agenda de cambio, pero no lo pueden hacer todo solos”, declaró.
El responsable municipal manifestó que su ayuntamiento mantiene un enfoque muy pragmático para trabajar con las empresas privadas. “No contamos con un modelo único ¿explicó¿, sino que trabajamos de manera diferente en cada caso, impulsando formas de colaboración que pueden incluir desde contratos a largo plazo hasta joint ventures”. Tilsley reconoció también que sin el know how y la experiencia de la empresa privada ¿”difícil encontrar en el sector público”¿, su ciudad no hubiera conseguido tantas mejoras ni de una forma tan rápida.
Externalización sí, degradación democrática no
Sin renunciar a este tipo de participación privada, Mildred Warner, del City and Regional Planning de la Cornell University, habló del peligro que supone el modelo de subcontratación de los servicios, una práctica que ha crecido en los últimos años. “Los mercados no hacen un buen trabajo coordinando las necesidades públicas”, denunció Warner, quien advirtió, además, que esta tendencia no es compatible en con todos los contextos, pensando especialmente en los países en vías de desarrollo.
“En estas economías, la subida de los precios de servicios como el agua o la luz derivados de la privatización ha hecho inaccesibles este tipo de servicios entre los más necesitados”, alertó. “Hay un papel para la empresa privada ¿añadió- pero este ha de ejercerse sin menoscabo de la degradación democrática que supone eliminar la relación directa entre ciudadano y administración en la prestación de los servicios públicos”.
Acabar con una gobernanza del siglo XIX
Manuel Ausaberri, director de Smart City en Indra, abogó por el pragmatismo a la hora de afrontar los problemas a los que se enfrentan las ciudades. “Los ciudadanos demandan cientos de cosas, pero desgraciadamente los recursos financieros son limitados, especialmente estos últimos años”, apuntó. Para Ausaberri, “la tecnología puede ser la respuesta si demuestra que puede llegar a autofinanciarse. Aunque antes, es necesaria una auténtica revolución en la administración pública que acabe con un sistema de gobernanza del siglo XIX en el que cada diferente departamento o agencia sólo se ocupa de solventar sus propios problemas”, explicó.
El responsable de Indra demandó a las administraciones un enfoque integral, el mismo que también pidió Abha Joshi Ghani, Manager de la Unidad de Desarrollo Urbano del Banco Mundial, para quien las ciudades inteligentes “son aquellas capaces de hacer más con menos, son las que saben gestionar la interdependencia entre diferentes actores y ámbitos”. Eso sí, sin perder de vista que “los ciudadanos son algo más que clientes”.