Artículo de Tendencias
Los barcos tienen alas
En el mundo de la automoción, sector de referencia útil para comprender en muchas ocasiones con ejemplos lo que acontece en el de la náutica de recreo, las modas llevan a los fabricantes a imponer tendencias que son seguidas por legiones de consumidores. Lo mismo ocurre con las embarcaciones, en especial, las de motor, con más tipologías, variedad y tamaño que los veleros. El fenómeno de las nuevas open ‘con alas’ es mucho más rotundo que el que fuera en su momento el boom de los 4×4, o el de los SUV, actualmente. Del 12 al 17 de octubre, el Salón Náutico de Barcelona mostrará varios modelos pioneros en este segmento.
Las embarcaciones open o abiertas se han impuesto. Las daycruiser —tal como se denomina ahora esta tipología de cruceros de día— han tomado el mercado definitivamente, como los SUV las carreteras. Y lo han hecho con tal rotundidad que no hay prácticamente astillero que no disponga de su open de día o daycruiser, de su weekender, barco para el fin de semana, o de su “barco ideal” en una o varias esloras.
Y es que la moda de las open ha surgido con tal fuerza que cualquier marca que no disponga de este tipo de barco pierde una buena cuota de mercado. Lo que empezó hace ya algunos años con un atrevido Wally, modelo extraño y llamativo, derivado de un superténder (barco auxiliar de un superyate), ha ido evolucionando hasta que hoy los salones y los pantalanes están dominados por esta tipología de barcos.
Una cubierta con amplios espacios, protegida por un hard top o techo duro que se prolonga con toldos desplegables, a mano o eléctricamente; una configuración walkaround, que permite circular alrededor del barco, con la borda alta para garantizar la seguridad en los desplazamientos por la cubierta; una gran plataforma de baño —muchas veces, si la eslora y el presupuesto lo permiten— hidráulica; y un solárium o dos para disfrutar del fondeo de la cala cercana al puerto base, además de la inevitable dinete o salón al aire libre para compartir las horas de motor parado. Una isla flotante con todas las comodidades imaginables, cocina al aire libre y una cabina para cuatro o para dos, para las noches ocasionales.
Terrazas sobre el mar
Pero a todo esto se añade lo más espectacular. Los costados desplegables, las plataformas laterales, las terrazas sobre el mar… En suma: las alas. Uno de los primeros barcos que se abría fue el Evo, un diseño ciertamente revolucionario que desplegaba sus amplias alas y la popa se prolongaba en una plataforma que hacía al mismo tiempo la función de pasarela.
Otra marca pionera fue la polaca Galeon que ha mantenido este detalle en la mayoría de sus modelos en una amplia gama de esloras, con auténticas terrazas sobre el agua, dotadas en ocasiones de barras de bar y taburetes. Todo un chill out marítimo de quita y pon. Pero a la zaga han ido la mayoría de las primeras marcas europeas, las de vocación mediterránea, no atlántica. Y en este caso, Fjord rompió moldes porque en poco tiempo se impuso en toda Europa con una serie de modelos muy funcionales, hechos para vivir a bordo.
Las “alas” de los barcos de mayor eslora adoptan sistemas hidráulicos para abrirse; otros recurren a los motores eléctricos; y algunos, los más humildes, mediante cabrestantes manuales, con poleas y cables. Ante las innovaciones siempre surge en un inicio el recelo y la desconfianza, pero, como decimos, ahora casi todos los barcos que pueden tenerlas, las tienen y se ha convertido en el elemento de mayor reclamo de venta que suele ya venir de serie.
Islas flotantes
Los modelos open de tipología daycruiser son muy diversos, porque abarcan un rango de esloras entre los,8 metros y los de más de 15. Pero hemos de distinguir entre la llegada de las open y la adopción por parte de estos de las alas. Las daycruiser, con Wally y Fjord surgieron hace una década escasa; y la adopción de los costados desplegables es mucho más reciente, con la aparición de las Galeon y las Evo.
Entre las open tenemos de todos los colores tamaños y precios y con todo tipo de motorizaciones. Sin embargo, podemos afirmar que las nuevas open son el resultado de una restructuración en el ocio náutico que descubre un nuevo tipo de barco, con interiores que cumplen más que con lo mínimo en cuanto a habitabilidad, pero que sobre todo se abren al mar.
Es, como decimos, la consecuencia de una mutación que se produce en los primeros años después de la crisis de 2008 con propuestas más asequibles en comparación con los barcos dotados de flybridge, completos apartamentos flotantes.
Las open son barcos que se reconvierten en plataformas flotantes, en islas completas, para ser usadas de día. Y esta metamorfosis de estilo se mantiene y se refuerza cada día más, porque la mayor parte de los usuarios (mediterráneos) del motor (en España de promedio no se superan las cien horas de uso de motor anuales) se pasan la mayor parte del tiempo en la ensenada, entre chapuzones y aperitivos; entre horas de bronceado y tentempiés. Y esto es lo que el navegante actual quiere, estar en el mar, y no tanto tragar millas, aunque parezca una paradoja.
Otra particularidad es la velocidad. Las nuevas open no pueden ni deben ser lentas. Sus motores han de posibilitar entre los 30 y 40 nudos. Pero aparte de todo lo anterior hay una característica que es la fundamental en estos barcos: la estética, la belleza, el primer impacto visual, resultado del diseño y la destreza de sus creadores encaminados a cautivar al posible comprador.
Y ahí está la clave. Líneas sobrias y minimalistas, clásicas, futuristas, llamativas o discretas, con cubiertas despejadas, de fácil tránsito que invitan a subir a bordo, a imaginar felices estancias en el mar. Esto persiguen los astilleros. Y para gustos colores, porque tenemos embarcaciones open con alas, o sin, para todos. Unas basadas en la exclusividad y la elegancia de un perfil impecable; otras más funcionales, que buscan la clientela más familiar, con niños, por ejemplo.
El equipamiento también determina el caché de la marca, y desde luego el precio: aire acondicionado, plataforma hidráulica, elementos de carbono como el hard top, toldo parasol eléctrico, neveras, máquinas de hielo, cocina y demás elementos, como puede ser incluso un ingenioso jacuzzi en la proa, forman parte de la interminable lista de gadgets adoptables.
En definitiva, este es el nuevo mundo de las embarcaciones open con alas, que se despliegan para captar la atención en pantalanes de salones y en las calas.
Por Lluís Bosch y Germán de Soler,
Periodistas especializados en el sector náutico